viernes, 30 de noviembre de 2018

12.Representa una línea del tiempo desde 711 hasta 1474, situando en una fila los principales acontecimientos relativos a Al Ándalus y en otra los relativos a los reinos cristianos. PREFERENTE.






jueves, 29 de noviembre de 2018

11.Explica el origen y características del régimen señorial y la sociedad estamental en el ámbito cristiano. PREFERENTE.

Pese a estos diferentes modelos de repoblación, el modelo de sociedad feudal se consolidó a lo largo de toda la península consus instituciones típicas como el vasallaje, el señorío territorial y señoría jurisdiccional.
Sociedad jerarquizada organizada en estamentos:
Ø  Nobleza (los que guerrean). Grandes propietarios de la tierra (señorío territorial y señoría jurisdiccional). Grupo privilegiado pero heterogéneo (alta nobleza, hidalgos, caballeros villanos)
Ø  Clero (los que oran). También poseen tierra y señoríos. También es un estamento heterogéneo (Alto y bajo clero)
Ø  Campesinado (los que trabajan). Normalmente no son propietarios y están sujetos a la dependencia de sus señores (derechos señoriales).

Desde el siglo XI, el desarrollo urbano propiciará el desarrollo de las ciudades y de un nuevo grupo social: la burguesía. Aunque perteneciente al grupo no privilegiado (pagan impuestos) consiguieron una cierta autonomía en el gobierno de las urbes (concejos) y participación en Cortes.
También nos encontramos con minorías religiosas y étnicas marginadas: los judíos, mayoritariamente urbanos, y los mudéjares, que viven preferentemente en el campo.

ESTRUCTURA SOCIAL EN LA EDAD MEDIA.LAS TRES CULTURAS PENINSULARES.

Los reinos cristianos tenían una estructura social de tipo feudal: desaparición del poder público, real, “primus inter pares”, relaciones de dependencia generalizadas, la famosa “pirámide feudal”...,noción de privilegio, organización estamental (nobleza, clero, Estado Llano o Tercer Estado, los que oran, los que laboran, y los que guerrean..(bellatores, oradores y labradores..), concepto patrimonial del Estado, ejércitos privados, mayorazgo y derechos de primogenitura, Señoríos territoriales o feudos> compuestos de tierras de cultivo, bosques, pastos, propiedad de un noble laico o eclesiástico (realengo o abadengo), trabajadas por campesinos en régimen de servidumbre>reserva (mejores tierras, junto con el bosque, el molino, el horno, la fragua...; y los mansos: parcelas de terreno entregadas a los campesinos para que las cultivasen toda su vida.
Señoríos Jurisdiccionales: el señor juzga, dicta normas de derecho, de cobro de todo tipo de tasas y rentas...: el censo: parte de la cosecha o del ganado en determinadas fechas como Pascua, un cordero, media docena de pollos en Navidad...;
las corveas o sernas: prestaciones de trabajo que el siervo debía hacer de forma gratuita: dos días por semana tenía que trabajar en la reserva, y una vez al año podía ser llamado a trabajar durante 15 días seguidos con sus útiles de trabajo en tiempo de cosecha, siega, vendimia...
Los siervos no podían abandonar la aldea sin el permiso del Señor, debían pedir permiso para casarse, ampliar la casa, realizar viajes a otras aldeas..; pagar los impuestos al rey y a la Iglesia, el diezmo, además de otras cargas tales como: portazgo, pontazgo, yantar, pernada o ius  primae noctis, arsinia...
Los campesinos también debían pagar el diezmo a la Iglesia, además de otra  serie de rentas diversas a sus señores, tales como: portazgo, pontazgo, yantar….
Todo esto se hallaba inmerso en las relaciones de Vasallaje o Encomendación: la unión entre un Señor y un vasallo.
El vasallo debía a su señor fidelidad y dos prestaciones: auxilium, ayuda militar, y consilium, consejo administrativo y judicial...
En contrapartida, las obligaciones del señor para con el vasallo eran: fidelidad y proteccion.
Cuando el vasallo no cumplía la palabra dada era declarado infiel, felón, y era castigado con la pérdida del feudo.
Por el contrario, si el señor no cumplía sus compromisos solía ser desafiado, y el vasallo podía retirarle la fidelidad.
En la torre del Homenaje del castillo tenía lugar el acto de mismo nombre, que se celebraba con gran boato y formalismo.
El desarrollo de la artesanía y el comercio dio lugar al nacimiento de una nueva clase social, que ya no basaría su poder en la tierra sino en el dinero y en el comercio: la burguesía.
Pronto comenzó a distanciarse del campesinado, formando auténticas “oligarquías” (patriciado urbano, que entraría a formar parte de las Cortes…), buscando al mismo tiempo arrancar de los señores feudales algunas libertades personales y económicas.
Así, en el primer tercio del siglo XII, la burguesía incipiente protagonizó algunas revueltas antiseñoriales; fueron famosas las que tuvieron por escenario el “Camino Jacobeo”, contra el abad de Sahagún, o el arzobispo, Don Diego Gelmirez…
La mayor y más próspera actividad de este nuevo grupo social se daría en la Corona de Aragón….
Por lo que respecta a las minorías, las comunidades judías, (marranos),  permanecieron en las ciudades reconquistadas, y se  convirtieron en médicos, consejeros, prestamistas, (de ahí el odio popular, los pogroms..),  científicos, filósofos, como Maimónides, y traductores al servicio de los reyes cristianos.
Habitaban en barrios separados, aljamas o juderías, donde se hallaban sus sinagogas..
Pagaban unos impuestos especiales a la tesorería real y gozaban así de una completa autonomía administrativa y judicial, llegando a poseer incluso, cementerio propio.
Por lo que respecta a los mudéjares, futuros moriscos, formaron grupos muy compactos en el valle del Ebro y en el sur del reino de Valencia, dedicándose principalmente a la agricultura, careciendo de leyes o autoridades propias que regulasen su permanencia o condiciones de vida, hasta las célebres, Capitulaciones de Santa Fe…
Durante la Edad Media, a la vez que la guerra y el enfrentamiento, tuvo lugar la coexistencia y la fusión entre las tres culturas y religiones presentes en la península: la cristiana, la musulmana y la judía.
Hasta el siglo X, la España islámica fue culturalmente muy superior a los reinos cristianos. Sólo los monasterios, como el de Ripoll o Sahagún, preservaron y trasmitieron la cultura mediante la copia y conservación de libros. 
En el siglo IX tuvo lugar un hecho clave: el descubrimiento de los restos del apóstol Santiago. Nació así la Ruta Jacobea de peregrinación. El Camino de Santiago se convirtió en una ruta clave en la difusión cultural. Llegaron modelos literarios, como los cantares de gesta, y estilos artísticos, como el románico y el gótico. La influencia cultural también tuvo lugar en sentido contrario y las aportaciones culturales de los reinos cristianos hispanos y la influencia de la cultura hispanomusulmana llegaron al resto de Europa.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

10.Comenta el ámbito territorial y características de cada sistema de repoblación, así como sus causas y consecuencias. PREFERENTE.

Durante los siglos IX y X, los reyes astures incorporaron a su dominio la extensa cuenca del Duero, y por su parte los condes de Barcelona se anexionaron la comarca de Vic.
Ambos territorios se hallaban prácticamente desiertos, de ahí que la primera tarea a realizar fuera poblarlos y ponerlos en explotación.
Este proceso que tuvo una importancia excepcional en la España medieval, se conoce con el nombre de “repoblación”.
Para poner en marcha esta ingente obra se necesitaba la existencia de pobladores, y éstos escaseaban, por lo que en esta época se llevó a cabo con dos tipos de gentes: habitantes de las zonas montañosas que descendían a las llanuras, y mozárabes que emigraron desde Al-Ándalus.
Los privilegios eran muchos y variados como: libertad personal, exención de impuestos y prestaciones militares, permiso de comercio….
El sistema de repoblación puesto en práctica en estos siglos se denominó: “presura” o “aprisioen catalán….
Los repobladores que llegaban a un lugar tomaban posesión del mismo, organizaban los núcleos de población, delimitaban los términos y procedían a roturar los campos.
La repoblación podía ser dirigida por el propio monarca, que concedía entonces una “Carta de Población o Carta Puebla”, mediante la que se concedían los “Fueros” (1017, Alfonso V, se lo da a León…), o bien por nobles que recibían las tierras en pago a sus prestaciones militares, monjes para que fundaran nuevos monasterios o un grupo de campesinos libres, que entraban en posesión de pequeñas parcelas de tierra, alodios”
En general este sistema dio lugar a la aparición, sobre todo en Castilla, de numerosos pequeños propietarios agrupados en comunidades aldeanas: concilium, conventos o “Concejos”,  que dictaban los derechos y deberes de sus miembros, y administraban los bienes de posesión común: prados, montes, molinos, horno, zonas de barbecho, tipos de cultivo, turnos para el pasto de animales..
A partir del siglo XI, la necesidad de defender los territorios de los ataques musulmanes fortaleció a los nobles y los monjes, que poseían castillos y monasterios amurallados, donde los campesinos podían refugiarse.
Así pues, muchos de ellos se vieron obligados a ponerse bajo la protección de un señor, convirtiéndose en siervos…
En otras regiones, como Galicia, se constituyeron por el contrario, grandes propiedades…
El antiguo condado de Castilla se convirtió en reino con Fernando I, fusionándose con el de León, en el 1037, y sería durante el reinado de  su hijo, Alfonso VI, cuando se adoptaría el título de “Emperador de las tres religiones” o “Imperator totus Hispaniae”….
La conquista de Toledo permitió apuntalar la zona de retaguardia situada entre el Duero y el Sistema Central.
Esta región, prácticamente, desierta, tuvo que ser repoblada, concediendo a los que acudían al llamamiento amplias libertades y derechos, recogidos en una Carta o Fuero…
La repoblación de este territorio se caracterizó por la creación de poderosos “concejos”: Salamanca, Segovia, Ávila, Sepúlveda…, que eran cabeza de un extenso término o alfoz.
Estos núcleos eran auténticas “ciudades-fronteras”, pues su función básica era de tipo militar, ya que desde ellas se organizaban cabalgadas (razzias) contra los musulmanes…
Los problemas que planteó la conquista de Toledo fueron diferentes. Allí había una abundante población musulmana, a parte de los mozárabes y judíos.
A los musulmanes que permanecieron en la ciudad se les respetaron sus casas, propiedades y culto, pero los bienes de los que huyeron, fueron donados a los repobladores cristianos que llegaron a la urbe.
Fue por estos años de éxitos en el campo de batalla y de derrotas frente a los almorávides que surge una figura mítica, épica y legendaria, la del Cid, (caid).
Zaragoza caería al fin en manos cristianas en el 1118, gracias a Alfonso I el Batallador, quien logró tomar el valle del Ebro, en el que la población musulmana era muy densa, y que permaneció tras la conquista en sus lugares, excepto en el centro de los núcleos urbanos, que fue repartido a repobladores cristianos.
La región meridional de Aragón, próxima al Sistema Ibérico, fue organizada a base de “ciudades-fronteras”, con fueros y una función militar: Alcañiz, Calatayud, Daroca…; la repoblación de estas zonas se realizó por comunidades mozárabes procedentes de Al-Andalus.
No obstante, la presencia en la Península de los almohades, y las especiales condiciones de las regiones extremeña y manchega, obligaron a poner en práctica otros métodos de lucha, que tuvieron su protagonista en las Órdenes Militares: Santiago, 1170, Alcántara, 1156 y Calatrava, 1158,  que reflejan la perfecta simbiosis del espíritu religioso de la época y su mentalidad violenta y belicosa; sus miembros eran “monjes guerreros”, mitad monjes y mitad soldados…, los “miles Christi”, “soldados de Cristo”...
Por ello a los tres votos clásicos de pobreza, castidad y obediencia, sus miembros añadían un cuarto de “luchar contra los infieles en defensa de la fe”, como los muyahids islámicos…
La ocupación de Mallorca por Jaime I, motivó la repoblación de la isla con gentes venidas de Cataluña, creándose medias y pequeñas propiedades.
La conquista de Valencia fue mucho más laboriosa, y el sistema de repoblación varió mucho de unas áreas a otras: en el norte, la zona montañosa de Castellón, prácticamente abandonada por los musulmanes, las Órdenes Militares del Temple (cuyas reglas estableció, el predicador del Císter y de la Segunda Cruzada, San Bernardo de Claravall, con el fin de defender los Santos Lugares y  proteger a los peregrinos…) y del Hospital (ideada para la atención hospitalaria de los peregrinos…), recibieron extensas donaciones.
Por lo que respecta a las repoblaciones efectuadas por las conquistas de los reyes castellano-leoneses, Fernando III y su hijo, Alfonso X el Sabio, la actitud hacia la población musulmana dependió en buena medida de su resistencia a la expansión militar de los cristianos.
En general, los musulmanes fueron obligados a abandonar los núcleos urbanos, aceptándose en cambio, su presencia en los campos, excepto en el reino de Jaén.
Inmediatamente se procedió a efectuar un repartimiento de las tierras ganadas, origen del actual modelo latifundista andaluz.
La alta nobleza, las Órdenes Militares y la Iglesia, recibieron extensos “donadíos”, particularmente en Extremadura y en la región meridional de Andalucía, limítrofe con el reino granadino.
Al mismo tiempo se organizaron poderosos “concejos” en torno a las ciudades repartiéndose sus casas y las tierras de sus términos (los musulmanes fueron obligados a trasladarse a ellos, el “alfoz”), en función de la condición social de los repobladores, pues los caballeros recibían un “heredamiento” superior al de los “`peones”.
Los repobladores de Andalucía provenían sobre todo de la meseta norte.
En el reino de Murcia permaneció después de la reconquista cristiana una gran parte de sus antiguos habitantes musulmanes.
Los repobladores procedían tanto del reino castellano-leonés, como de la Corona de Aragón.
En las ciudades surgieron fuertes “concejos”, como el de Murcia, mientras que en la zona sur los nobles y las Órdenes Militares se instalaron sólidamente.
En el año 1264, la población mudéjar de Andalucía se sublevó, con lo que una vez sofocada la revuelta, gran parte de ellos se vieron forzados a emigrar hacia Granada o el norte de África, agravándose las condiciones de explotación de estas tierras.
9.Explica el origen de las Cortes en los reinos cristianos y sus principales funciones. PREFERENTE.

LAS INSTITUCIONES DE GOBIERNO EN LA PLENA EDAD MEDIA.

En esta época, los tres grandes reinos peninsulares, Castilla, Navarra y la Corona de Aragón, presentaban una estructura política similar, basada en tres instituciones: la monarquía, las Cortes y los municipios.

v  LA MONARQUÍA: En Castilla gozaba de poderes más extensos, ejerciendo el poder supremo, declarando la guerra, convocando al ejército, dictando leyes, impartiendo justicia y recaudando impuestos. Para gobernar estaba asesorada por un grupo de nobles que la auxiliaban en las tareas de gobierno>>Consejo Real<. También existían una Curia >tribunal de justicia, y una Cancilleria > administración, y Tesorería > , finanzas. A partir de la Baja Edad Media, la influyente nobleza castellana, rica y poderosa gracias a la concesión de señoríos, se enfrentará a menudo a la autoridad real, protagonizando numerosas revueltas y guerras nobiliarias.

v  LAS CORTES: En el siglo XII, ante el crecimiento del poder económico de la burguesía, los monarcas decidieron dar entrada en el Consejo Real a representantes de las oligarquías urbanas, con la intención de obtener dinero subsidios de este grupo. Ello dio lugar al nacimiento de las Cortes, de carácter consultivo, donde estaban representados los tres estamentos: nobles, clérigos y Estado llano. Eran convocadas por el monarca y se disolvían una vez tratados los asuntos: leyes propuestas por el rey, nuevos impuestos, préstamos, juramento de los herederos al trono..... Las primeras que tuvieron lugar lo hicieron en el reino de León en el año 1188, gracias al rey Alfonso IX, en San Isidoro (Alfonso V, en  1017, nos daría el Fuero...).

v  LOS MUNICIPIOS: Disfrutaban de una cierta autonomía y jurisdicción propias. Los primitivos concejos abiertos a toda la población que regían villas y aldeas, fueron sustituidos por los cabildos, de los que formaban parte las oligarquías urbanas...

La Corona de Aragón se organizó como una confederación integrada por los antiguos condados catalanes y los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca, a los que se añadirían con posterioridad, Sicilia, Cerdeña, los ducados de Atenas y Neopatria, y el reino de Nápoles.
La monarquía era la única institución común de todos los reinos, y el rey debía comprometerse a respetar las leyes y las costumbres de cada reino, y en sus constantes ausencias nombraba a un lugarteniente o virrey para que lo representase en cada reino. Éste acostumbraba a ser un miembro de la familia real o de la alta nobleza.



v  LA CORTE REAL: estaba formada por los familiares y lo funcionarios que rodeaban al monarca,  era itinerante y viajaba de un reino a otro porque el rey, aunque residía en el Palacio Real de Barcelona, se desplazaba a menudo a los otros reinos.

v  LAS CORTES: cada territorio tenía las suyas. Las cortes catalanas se reunieron por vez primera en tiempos del rey Jaime I y fueron estructuradas por Pedro III en el año 1283.

v  LA GENERALIDAD: a partir del siglo XIV se creó una delegación permanente de las Cortes en cada uno de los reinos, que recibió el nombre de Diputación del General o Generalidad, cuya función era la representación por estamentos de los distintos reinos ante el rey, cuando no se hallaban reunidas las Cortes. Sus atribuciones eran: recaudar impuestos, mantener un ejército y una flota y vigilar el cumplimiento de las leyes.

v  EL PODER MUNICIPAL: A partir del siglo XIII pasó a manos de unos representantes que eran elegidos por los habitantes de las urbes. La organización municipal de Barcelona estaba formada por cinco consejeros y una asamblea de cien ciudadanos: Consejo de Ciento.  Los cargos de  consejeros y de diputados fueron acaparados pronto por la más rica burguesía, los ciudadanos honrados, la oligarquía municipal.

v  EL PACTISMO: A diferencia de la Corona de Castilla, donde la monarquía ejerció un poder más autoritario, en la Corona de Aragón se impuso el pactismo, para buscar un equilibrio entre la autoridad real y los privilegios de la nobleza, el clero y el patriciado urbano, compartiéndose de este modo: la elaboración de las leyes, el respeto del corpus legal de cada reino ‘Usatges en Cataluña, Fueros en Aragón y Valencia’, y los privilegios de la nobleza, la Iglesia y los municipios., a cambio de las ayudas y subvenciones precisas por los reyes.
8.Resume los cambios económicos, sociales y culturales introducidos por los musulmanes en Al Ándalus.PREFERENTE.

La Economía

La España musulmana supuso importantes cambios en el terreno económico. En la agricultura los musulmanes impulsaron la práctica del regadío, con novedades tan significativas como la noria, al tiempo que difundieron cultivos como los cítricos, el arroz, el algodón o el azafrán. 
Se cultivó también el esparto, el lino. No obstante, los cultivos principales de las tierras hispanas siguieron siendo los mismos que en la época romano-visigoda: los cereales, la vid y el olivo.
Las tierras cultivables estaban divididas en privadas >grandes latifundios, propiedad de los nobles godos que habían pactado con los conquistadores, <, y públicas >confiscadas por los conquistadores y luego distribuidas entre la aristocracia árabe<.
La mano de obra era suministrada básicamente por colonos, que cultivaban la tierra, en la mayoría de los casos, mediante un contrato de aparcería.
En la ganadería, el descenso de la cabaña porcina por la prohibición coránica, se compensó con el desarrollo del ganado ovino o equino. La apicultura vivió un desarrollo espectacular. Cabe destacar las famosas ovejas merinas de los benimerines.
En la minería sobresalió la extracción de plomo, cobre, cinabrio y oro, que se obtenía del lavado de diversos cursos fluviales.
La producción de manufacturas se desarrolló fuertemente, en especial la producción textil, en la que destacaron los brocados cordobeses >tiraz, los cordobanes, trabajos en cuero con piel de cabra curtida para la realización de zapatos, guantes, monturas o cofres; arquetas, botes y jarros en marfil, llevando el arte de la eboraria a su punto más álgido.
Los guadamecíes eran piel de carnero dorada y policromada, mientras que los damasquinados eran sedas con hilos de oro y plata.
Tapices, alfombras, las afamadas espadas y cuchillos de Toledo...; la marquetería o talla de la madera, los artesonados, taraceas….
Todos estos trabajos eran realizados de forma artesanal por las diferentes corporaciones de oficios, que trabajaban en pequeños talleres abiertos a la calle y en barrios especiales.
La cerámica de reflejos metálicos, con óxidos de manganeso y cobalto...; las armas, la fabricación de papel que salía de la primera fábrica que hubo en Europa, en Játiva, el vidrio, y el trabajo de las pieles y los metales preciosos tuvieron presencia en las ciudades de Al-Ándalus
La civilización islámica, al igual que la romana, fue una civilización urbana, refinada y cosmopolita, basada en una religión austera y sobria (Corán> recitación; islam> sumisión; musulmán> creyente...).
La ciudad o medina, era el centro de la vida musulmana, y además de las romanas, ellos fundaron Almería, Granada, Madrid, Calatayud, Tudela, con un plano de trazado irregular, un tanto caótico frente al equilibrado hipódamico de griegos y romanos.
En torno a una muralla con sus corachas y torres albarranas, las calles eran sinuosas, angostas, algunas sin salida, como los adarves..., con la mezquita mayor o aljama, en Córdoba, con un haram para unos cincuenta mil creyentes, y madrasa, el alcázar o palacio del califa, el zoco y la alcaicería en su zona central, y los arrabales alrededor...
Córdoba fue la más hermosa de todas las ciudades de Al Ándalus, el Nueva York de la época, tanto solo comparable en su esplendor y belleza a Bagdad o Bizancio: cien mil habitantes, quinientos mil con sus 21 arrabales situados a unos 20 kilómetros de distancia, a ocho esta Medina Azahara; ochenta mil tiendas, situadas en la planta baja de las casas de dos pisos y construidas en torno a un patio, como es tradicional en el área mediterránea, con huertos, baños y oratorio incluso...; mercado de libros y de esclavos; ochenta mil tiendas, baños públicos, hospitales, escuelas, trescientas mezquitas, aljibes, alcantarillado y alumbrado público.
En cuanto al comercio, actividad muy elogiada en los propios textos coránicos, se vio favorecido por la acuñación de dos tipos de monedas, el dinar de oro y el dírhem de plata, y por la densa red viaria heredada de tiempos romanos. El comercio interior se efectuaba en el zoco de las ciudades, donde ocupaban un puesto privilegiado los bazares, centros en los que se vendían productos de gran calidad. En los zocos también había alhóndigas, centros que servían para almacenar mercancías, así como para alojar a los comerciantes que venían de fuera.
Al-Ándalus mantuvo también un intenso comercio exterior, tanto con los restantes países islámicos como con la Europa cristiana. Exportaba, ante todo, productos agrícolas (aceite, azúcar, higos, uvas), minerales y tejidos, e importaba especias y productos de lujo del Próximo Oriente; pieles, metales, armas y esclavos de la Europa cristiana; y oro y esclavos negros procedentes del territorio africano de Sudán.
El interior, a través de las calzadas romanas también era muy intenso: los puertos de Pechina y Almería los más importantes.

La Sociedad.

En la cúspide de la sociedad andalusí estaba la aristocracia (jassa), en su mayor parte integrados por familias de origen árabe, aunque también figuraban en ella algunos linajes de ascendencia visigoda. Este grupo social poseía grandes dominios territoriales y la ocupaba los altos puestos en la administración. En el otro extremo de la sociedad se hallaban las clases populares (amma), formadas por artesanos modestos y labriegos.
También existió lo que podríamos denominar una clase media, formada esencialmente por los mercaderes, pequeños funcionarios, los profesionales, médicos, profesores, abogados, la burguesía o fania.
En Al-Ándalus había esclavos procedentes de Europa oriental y del centro de África. Hay que destacar, por último, la evidente situación de inferioridad que padecían las mujeres en con respecto a los hombres.

 EL LEGADO CULTURAL.

Al-Ándalus mantuvo un estrecho contacto con el resto del mundo musulmán, sobre todo a partir del siglo IX, lo que le permitió participar en la amplia recopilación de textos literarios, filosóficos y científicos que los estudiosos islámicos fueron recogiendo, tanto del mundo griego como del persa y del indio. Fue un eslabón entre la Cristiandad y el islam en palabras de Menéndez Pidal.
Los califas se preocuparon por el desarrollo de la cultura: Al Hakam II tenía la mejor biblioteca del mundo, en su época, con unos 400.000 volúmenes, y se hacía traer incluso libros del Próximo Oriente.
Para procurarse la amistad de Abderramán III, un emperador bizantino no encontró mejor regalo que un raro códice miniado que trataba de medicina.
Se realizaron numerosas traducciones de medicina, astronomía, geometría y lógica del griego, aritmética, álgebra, trigonometría y farmacología del hindú.
En Córdoba se hallaron en la época del esplendor califal los mejores matemáticos> Maslama, introductor del sistema de numeración de origen indio que terminó sustituyendo a la numeración romana; astrónomos,> Azarquiel, que perfeccionó el astrolabio y elaboró unas Tablas Toledanas, con la situación de los planetas y estrellas;  botánico> Ibn al Baytar;  filósofos, médicos o poetas de Europa.
También se publicó en Al Ándalus, la primera Aritmética Mercántil o el primer Libro de Agricultura de Europa.
La creación literaria alcanzó un gran desarrollo, sobre todo en el transcurso del siglo x, tanto en verso como en prosa. Ibn Hazem (994-1063) es uno de los poetas más conocidos de Al Ándalus, especialmente por su obra: El collar de la paloma. Ibn Jaldun (1332-1406) fue un importante historiador. Su obra es muy importante, siendo especialmente conocida su Introducción a la Historia Universal (Al-Muqaddimah).
En filosofía destaca Ibn Rusd (Averroes) (1126-1198), conocido ante todo por sus comentarios a la obra de Aristóteles. Averroes fue el autor clave para que la obra aristotélica llegara a la cultura de Europa Occidental, instando en sus obras a la conciliación de la razón y la fe.
También debemos destacar en este campo los nombres de Avicena o Maimónides> experto en farmacología y botánica, y judío de religión.
La cultura andalusí destacó sobre todo en el terreno científico. El contraste con el panorama que ofrecía en esas fechas la ciencia en el mundo cristiano es abrumador..
En el ámbito de las disciplinas científicas sobresalió la medicina, donde alcanzó gran fama Abulcasis el Tasrif ,(936-1013) , autor de una excepcional enciclopedia médica y quirúrgica que posteriormente sería traducida al latín.
Desde el punto de vista cultural algunos enclaves jugaron un papel predominante.
En Cataluña, el monasterio de Ripoll, durante los siglos X y XI, se especializó en el estudio y traducción de obras musulmanas de matemáticas y astronomía (recordar el Trivium y el Quadrivium> oratoria, retórica, dialéctica, aritmética, astronomía, geometría y música<. ).

En Castilla la labor más importante se realizaría en Toledo, durante la plena Edad Media, en su afamada Escuela de Traductores, formada por musulmanes, judíos y cristianos, que tradujeron al latín muchas obras capitales de la ciencia islámica. Fue un lugar de encuentro de intelectuales, que convivían en un gran ambiente de tolerancia y pluralismo ideológico; allí se tradujeron obras de los filósofos antes mencionados, y el álgebra de Al- Juwarizmi.


LA ARQUITECTURA MUSULMANA EN ESPAÑA: PALACIOS Y MEZQUITAS.

Aunque la arquitectura andalusí se asentó sobre la tradición romano-visigoda y aportó los elementos más típicos del mundo islámico: arcos, cubiertas y la rica ornamentación basada en motivos geométricos o de lacería,  vegetales o de ataurique, así como arabescos, la mezcla de ambos y epigráficos.
La gran mezquita de Córdoba es la obra emblemática de al-Ándalus. Su construcción comenzó a mediados del siglo VIII, en tiempos del emir Abd-al-Rahman I, y más tarde sería objeto de sucesivas ampliaciones. Las partes más brillantes datan del siglo X, sobre todo de tiempos del califa al-Hakam II, en cuya época se construyó el espectacular mihrab, caracterizado por la riqueza de los materiales empleados (en particular, los mármoles), por la original solución constructiva de las originales bóvedas de nervios y, finalmente, por la impresionante fantasía decorativa que lo acompaña.
Muy importante fue, asimismo, la impresionante ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, edificada en tiempos de Abd-al-Rahman III. Para su construcción se trajeron materiales de diversos lugares, como el norte de África, de donde procedía el mármol. Madinat al-Zahra albergaba, en su parte superior, una serie de palacios; en la zona media, jardines y vergeles, y en la parte inferior, la mezquita mayor y las viviendas de los servidores de palacio. Desafortunadamente, durante la guerra civil que precedió a la desaparición del califato, Madinat al-Zahra fue destruida.

También hay buenos ejemplos del arte musulmán fuera de Córdoba, como la mezquita toledana de Bib al-Mardom, posteriormente convertida en la iglesia del Cristo de la Luz.
Otros ejemplos esenciales de la arquitectura en Al-Ándalus son el Palacio de la Aljafería en Zaragoza, del período taifa, la torres de la Giralda y del Oro en Sevilla, de tiempos almohades, y sobre todo, el palacio granadino de la Alhambra, obra cumbre de los nazaríes., magnífico ejemplo de palacio/ciudad, conjunto bellísimo, de jardines, patios y salones, donde el yeso, la cerámica y la naturaleza domesticada embriagan los sentidos...
Exponente de la potencia económica y el brillo cultural del reino nazarí , y sobre todo de dos de sus sultanes: Yusuf I y Mohamed V que construyeron sus zonas más hermosas dentro de  un recinto fortificado que reúne en un mismo conjunto, un palacio oficial con funciones administrativas, un palacio privado, la residencia del monarca y amplias zonas de ocio. La Alhambra sobresale por su fantasía ornamental así como la conjunción entre arquitectura y entorno natural. Todo eso fue lo que perdió Boabdil en 1492.
7.Describe la evolución política de Al Ándalus.PREFERENTE.



LOS EMIRATOS Y EL CALIFATO DE CÓRDOBA.

El emirato  dependiente desde el 711 hasta el 756.
A partir de esta fecha 756 independiente hasta el 929> CALIFATO.

Tras la invasión musulmana, la mayor parte de la península ibérica se convirtió en una nueva provincia del califato islámico (imperio musulmán), Al-Andalus. Al frente de este territorio se colocó a un Emir o gobernador que actuaba como delegado del Califa musulmán, por entonces perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de Damasco.
Los musulmanes realizaron algunas incursiones por el norte de la Peninsula, pero fueron derrotados por los astures en Covadonga (722). También penetraron en suelo franco, donde ocuparon ciudades como Narbona, pero sufrieron un duro golpe ante el ejército de los francos, al mando de Carlos Martel, en las proximidades de Poitiers (732). Esta batalla supuso el fin de la expansión árabe musulmana en Europa y el origen del beneficium (el rey pagó con tierras a la nobleza, en concepto de usufructo… que a la larga se convertiría en feudo, es decir, la posesión territorial…).
A mediados del siglo VIII tuvo lugar un hecho clave.: la dinastía Omeya fue víctima de la revolución Abasí, familia que se adueñó del Califato. Un miembro de la familia derrotada logró escapar, refugiándose en Al-Andalus, donde, gracias a los apoyos que encontró, se proclamó emir. Se trataba de Abd-al-Rahman I (756-788), con quien comenzaba en Al-Andalus el período conocido como emirato independiente, debido a que acabó con la dependencia política de los califas abasíes, que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad. Al-Ándalus siguió reconociendo al Califa Abasí como líder espiritual del mundo musulmán.
Abd-al-Rahman I fijó su capital en la ciudad de Córdoba e inició la tarea de construcción de un estado independiente en Al Ándalus. Para ello necesitaba fundamentalmente tres cosas: un ejército, unos ingresos económicos, y sofocar las posibles revueltas de sus enemigos. El desafío al poder central de Córdoba fue una constante en las grandes familias nobles musulmanas asentadas en las diversas regiones de Al-Ándalus, así como la de los muladíes, mozárabes y bereberes asentados en las marcas, o zonas fronterizas de Mérida, Toledo o Zaragoza.
Entre las revueltas más célebres podemos mencionar: la del motín del arrabal de Córdoba, en el año 818,>mozárabe, o la del muladi Omar Ben Hafsum que se hizo fuerte en Bobastro, Málaga, a finales del siglo IX, que tras su conversión al cristianismo, parecía querer atraer también a los cristianos, muchos de los cuales huyeron a las tierras de León>San Miguel de Escalada, Santiago de Peñalba, y a la que puso fin Abderramán III.

El Califato de Córdoba (929-1031).

Un importante paso en el fortalecimiento de Al-Ándalus se dio en el año 929, cuando el emir Abd-al-Rahman III (912-961) decidió proclamarse Califa, ”sucesor del enviado de Dios”,  líder político, jefe de la oración o imán,  y líder de la guerra, por lo que en el cargo confluían el poder político, militar  y el religioso. “Nos parece oportuno que, en adelante, seamos llamado Príncipe de los Creyentes”, se escribía en una carta que el nuevo califa envió a sus gobernadores.
Este nombramiento no solo pretendía realzar su figura, sino también reivindicarla frente a los recientes califatos aparecidos en el norte de África: el fatimí en Egipto, el idrisí en Marruecos y el aglabita en Túnez.
El Califa residía en el alcázar de Córdoba, situado junto a la gran mezquita. Unos años después de su autoproclamación, Abd-al-Rahman III ordenó construir, al oeste de la capital, la impresionante ciudad-palacio de Madinat al-Zahra, convertida en residencia califal y en el centro del poder político de Al-Andalus.
Al Hakam II (961-976), destacó por su amor a la cultura y el arte, siendo su parte la más hermosa de la mezquita de Córdoba.

Almanzor y la crisis del Califato de Córdoba.

En las últimas décadas del siglo X, Almanzor bi lah, el vencedor de Dios,  se hizo con el poder efectivo en Al-Andalus; ejercía el cargo de hachib, una especie de primer ministro. Mientras tanto, el califa de la época, Hisham II (976-1009), vivía recluido en el palacio de Madinat al-Zahra sin ejercer en lo más mínimo el poder político.
Almanzor, que basó su poder en el Ejército, integrado sobre todo por soldados beréberes, organizó terroríficas campañas contra los cristianos del norte peninsular, llegando a arrasar León, Zamora, Lisboa, Santiago, Barcelona... Su muerte en año 1002 en Calatayazor, Soria,  inició el proceso de descomposición política que llevó al fin del Califato en el 1031.

LA CRISIS DEL SIGLO XI:  REINOS DE TAIFAS E  IMPERIOS NORTEAFRICANOS.

La muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor, abrió en al-Ándalus una larga etapa de fragmentación y disputa (fitna). En menos de treinta años nueve califas se sucedieron en el trono, finalmente el califato de Córdoba terminó por desaparecer en el año 1031. En su lugar surgió un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas expresión que significa “banderías”  “partes”...
De forma paulatina las taifas o banderías de Almería, Murcia, Badajoz, Granada, Huelva, Toledo, Valencia y Zaragoza fueron independizándose del poder central de Córdoba.
En un principio el Califato se fragmentó en veintisiete reinos de taifas. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más poderosos.
Estos pequeños reinos, mucho más débiles que el Califato, se mostraron sumisos hacia los dirigentes cristianos, a los que entregaban unos tributos llamados parias  de pariare, pagar..
La debilidad del Al-Andalus fragmentado en los reinos de Taifas permitió a los reinos cristianos del norte tomar la iniciativa militar en la península. Esta superioridad cristiana se vio dos veces interrumpida por la irrupción en Al-Andalus de dos invasiones norteafricanas que consiguieron de forma efímera recuperar la unidad de la España musulmana.
La pérdida de Toledo en el año 1085 fue un duro golpe para los musulmanes de Al Ándalus. La reacción fue llamar en su ayuda al poder que se se había hecho fuerte al otro lado del estrecho de Gibraltar: el imperio almorávide.
En el año 1086 llegaron los almorávides, agrupación de tribus beréberes dedicadas a la ganadería, que poco antes habían creado un imperio en el norte de África, con Yusuf Ben Tasufín como líder.
Caracterizados por el rigor religioso, los almorávides acabaron con los taifas, unificaron el poder político en al-Ándalus y lograron contener el avance de los cristianos hacia el sur. Sus éxitos militares más importantes fueron las batallas de Sagrajas (1086) y de Uclés (1108) contra Alfonso VI, rey de León.
El poder almorávide fue efímero. A mediados del siglo XII la unidad de Al-Andalus se vino abajo y la fragmentación política trajo los conocidos como Segundos Reinos de Taifas.
Más tarde llegaron a la Península Ibérica los almohades, que habían constituido unos años antes en el Magreb un nuevo imperio, también formado por beréberes, liderados por Ibn Tumart, fanatizados por una interpretación literal y rigurosa del Corán.
Los almohades no solo unificaron nuevamente al-Ándalus, sino que hicieron frente a los cristianos logrando algunos éxitos notables, como el obtenido en Alarcos (1195) contra Alfonso VIII de Castilla. También en este período se construyeron algunos edificios emblemáticos de la España musulmana como la Giralda de Sevilla o la Torre del Oro.
Sin embargo, el intento almohade de reunificación de Al-Ándalus también fracasó. El momento clave fue la aplastante derrota sufrida ante los cristianos en las Navas de Tolosa (1212), donde un  ejército aliado cristiano formado en gran parte por las tropas castellanas de Alfonso VIII de Castilla, las navarras de Sancho VII de Navarra y las aragonesas de Pedro II de Aragón contra el ejército numéricamente superior del califa almohade Muhammad An-Nasir.
La batalla fue el resultado de la cruzada emprendida por el rey Alfonso VIII, el arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de Rada y el papa Inocencio III contra los almohades musulmanes que dominaban Al-Ándalus.
Saldada con una importantísima victoria del bando cristiano, esta batalla fue el punto álgido de la Reconquista y el principio del fin de la presencia musulmana en la península ibérica.

El hundimiento del imperio almohade llevó de nuevo a la fitna. Las nuevas taifas no pudieron resistir el avance cristiano que resultó prácticamente incontenible. La España musulmana quedó reducida al reino nazarí de Granada > correspondiente a las actuales provincias de Granada, Málaga, Almería y parte oriental de Cádiz<, convertido en vasallo del reino de Castilla, y fundado en el año 1238 por Mohamed Banu Nasr que los Reyes Católicos conquistarían en el año 1492.
6.Resume las características de la monarquía visigoda y explica por qué alcanzó tanto poder la Iglesia y la nobleza. PREFERENTE.


LAS INVASIONES BÁRBARAS. EL REINO VISIGODO: INSTITUCIONES Y CULTURA.


Por lo que respecta a la Península Ibérica, aunque ya durante los siglos III y IV se detectó la presencia de bandas de pueblos germánicos, es no obstante, a inicios del siglo V cuando se produjo la gran invasión.
En el año 409 cruzaron los Pirineos los suevos, vándalos y alanos.
Al llegar a Hispania, los visigodos eran probablemente el pueblo germánico más romanizado, ya que hacía 35 años que vivían ya dentro de las fronteras del Imperio. Los guerreros que ocuparon Barcino, en el 415, habían nacido, en su mayoría, dentro de él.
Aparecieron en la Tarraconense, con el propósito de combatir a los otros pueblos invasores (vándalos, con la promesa de tierras en las que asentarse, por el sistema de hospitalitas…);  pero después de firmar en el año 418 un pacto o foedus, el de Valia, con la Roma del emperador Honorio, y la Hispania del patricio Constancio, abandonaron la Península, estableciéndose en las Galias, y formando el reino visigodo de Tolosa…
Los visigodos comenzaron a establecerse a ambos lados de los Pirineos, y aunque aceptaron el latín como idioma común con los hispanos y galorromanos, les separaban de ellos su religión (arrianismo), y sus leyes consuetudinarias…
En un principio no hicieron nada por mezclarse con los pueblos dominados; incluso estructuraron dos códigos de leyes distintos: el Código de Eurico, del 476, el mismo de la caída de Roma, para los visigodos, tenía por fin transformar a los godos, de huéspedes militares efímeros, en propietarios de tierra con plenitud de derechos.
Por otra parte, en el 506, se publicaba el Breviario de Alarico II o de Amiano, para los hispanos y galorromanos (derecho territorial),
Fueron los francos, vencedores en Vouillé, en el 507, los que lograron expulsarles de las Galias, conservando tan solo los godos la Septimania o Narbonense.
 A partir de este momento, se trasladaron definitivamente a tierras hispanas, en donde fundaron un reino con capital en Toledo.
Numéricamente eran pocos: sobre una población de 4 ó 5 millones de hispano-romanos, apenas unos 200.000. Parece ser que se asentaron preferentemente en La Meseta, valle del Duero (las crónicas astures hablan de los “Campi Ghotorum…)..
Las diferencias religiosas y jurídicas entre ambas poblaciones dificultaban la consolidación de un Estado unificado y fuerte.
Sin duda uno de los períodos más brillantes y esenciales para comprender la posterior evolución del reino, corresponde a los tres reinados sucesivos de los miembros de una misma familia: Leovigildo (569-586), Recaredo (586-601) y Liuva II, (601-603).

Durante el reinado de Leovigildo la política interior se basó en los siguientes puntos:
  1. Acentuación esencial de las diferencias entre el rey y el resto de la población.
  2. Conversión de la monarquía electiva en hereditaria en su dinastía.
  3. Reforzamiento del poder real, para frenar cualquier veleidad independentista de la aristocracia latifundista.
  4. Eliminación de las diferencias jurídicas y religiosas.

Para alcanzar el logro de toda esta serie de objetivos llevó a cabo las siguientes acciones: militarmente: eliminó las posesiones bizantinas del  sureste de la Península, tomadas por el General Belisario, en tiempos de Justiniano, y provocadas por las terribles luchas de Agila y Atanagildo (554-557); llevó a cabo campañas contra los pueblos del norte, vascones, astures y cántabros; inició la ocupación del Estado suevo, en el noroeste peninsular, terminada por Suintila en el siglo VII…
Por otra parte asoció al trono a sus dos hijos, Recaredo y Hermenegildo, para asegurar el trono en su familia, y evitar las rivalidades en la sucesión dinástica, típicas de una monarquía electiva como la goda, imitando el sistema bizantino imperante…
Pubicó un nuevo cuerpo jurídico-legal, el famoso “Codigus Revisus”, que fundía el derecho personal y el territorial, y permitía los matrimonios mixtos.
Impuso en Hispania, todo el boato, lujo, esplendor y protocolo imperial de Oriente. Así, San Isidoro, nos señala en sus crónicas que fue el primer soberano visigodo que usó trono, vestiduras y adornos reales, como la diadema o el manto de púrpura, la corona, que acuñó moneda con ocasión de los fastos reales…
Pero frente a todos estos logros, fracasó, sin embargo, estrepitosamente, en su intento de lograr la unificación religiosa del reino en base al arrianismo, lo que motivó un conflicto muy violento con su propio hijo, Hermenegildo, dux de la Bética, recién convertido al catolicismo y ferviente defensor .de éste, aunque con un matiz de rebelión política también en el fondo…
Recaredo, dando muestras de una gran inteligencia política, se convirtió a la religión de la mayoría en el III Concilio de Toledo, en el 589.
Durante el reinado de Suintila (621-631), se finalizó la expulsión de los bizantinos y de los suevos…; y durante los reinados de Chindasvinto y Recesvinto (642-672), se fortalecieron, con el primero la institución monárquica y la idea de un Estado centralizado, ya que la Crónica de Fregedario, nos informa de una terrible purga realizada en las filas de la nobleza a poco de subir al trono, algo que ocurrió también con el segundo, aunque resulta de mayor interés la publicación del
 “Fuero Juzgo o Liber Iuidiciorum”, que ponía fin a las barreras jurídicas que habían separado a los visigodos de los hispanorromanos
De todas formas, los últimos tiempos del reino fueron una pugna continua entre las diversas facciones nobiliarias en lucha por el poder, dado el carácter electivo de la monarquía que favorecía el poder de la nobleza, ya que el rey no era más que un “primus inter pares”, dentro de un sistema político, económico y social prefeudal…, marcado por un ruralismo creciente, el papel del colonato en el trabajo el campo, la tendencia al autoconsumo, el desarrollo de los lazos de dependencia personal y el dominio del poder político por las clases altas de la sociedad, concentración de la propiedad de la tierra en manos de la aristocracia y de la Iglesia, predominio de las actividades agrícola-ganaderas….
Muerto Witiza (702-708), designó como rey a su hijo Agila, apoyado por una parte de la nobleza, aunque el resto apoyo como nuevo monarca a Rodrigo, dux de la Bética, que una vez asentado en el trono, se tendría que enfrentar a su rival, apoyado entre otros por su tío, arzobispo de Sevilla, y por las tropas musulmanas instaladas en el norte de África, que culminarían con la llegada en el 711, de Tariq y Muza, generales del Califa Omeya de Damasco, que en Guadalete, darían muerte al rey, acabando al mismo tiempo con el dominio visigodo de Hispania, y dando inicio a 800 años de ocupación musulmana de la Península.

SOCIEDAD.

A nivel social, la nobleza hispano-romana, los senatoriales, se fusionó con la goda, los Seniores Ghotorum; por otro lado se hallaban los humiliores, pequeños propietarios libres..
Los nobles visigodos tenían su clientela personal armada, sus propios encomendados, los bucelarios, a los que pagaban su servicio de armas con tierras; mientras que los reyes contaban con sus gardingos…
Los colonos eran adscritos, perpetua y hereditariamente al predio que cultivaban…, aunque eran jurídicamente libres; mientras que los siervos, eran res domini; la manumisión podía convertir al siervo en liberto, aunque en la práctica seguía vinculado a su antiguo dueño por una relación de patrocinio.

INSTITUCIONES POLÍTICAS.

Al frente del Estado visigodo se hallaba el monarca, jefe supremo de la comunidad.
La monarquía visigoda nunca perdió su carácter electivo, recayendo la designación de los reyes en los magnates y los prelados.
El poder real debía ser depositado en la persona sagrada del rey, pero limitado por la justicia y la rectitud de su actuación, en cuanto que dicho poder debía de ejercerse no para la opresión y el daño, sino para el bien común y la utilidad pública (Platón, La República.), con lo que debía de estar sometido a leyes y normas morales, elaboradas por los  grandes Padres de la Iglesia, como San Isidoro.
Todos los súbditos debían de prestar juramento de fidelidad al rey y eran los Concilios de Toledo, los que ponían las condiciones de acceso al cargo, (sacralización de la figura real, al ser ungido por el obispo de Toledo en una gran ceremonia religiosa),  los que legalizaron los destronamientos y las usurpaciones e la corona, decidieron el castigo o persecución de los rebeldes al Estado, de los judíos….
Todas estas ideas quedan resumidas en la máxima isidoriana: “rex eris si recte facias, si non facias non eris”…
Para el ejercicio de sus funciones el rey contaba con la ayuda del Aula Regia, organismo consultivo integrado por los miembros de la alta nobleza: los magnates, su consejo privado, que le asesoraba en cuestiones políticas y judiciales; los gardingos, miembros de la comitiva real, y los jefes de los diferentes servicios y ramas del Officium Palatinum (jefe de la Cancillería, Guardia Real, de los establos, del servicio de mesa, el conde de la ciudad de Toledo…).

LA CULTURA Y EL ARTE EN LA HISPANIA VISIGODA.

El desarrollo de la cultura tropezó con numerosos obstáculos materiales, como la escasez y el alto precio de los pergaminos y la dificultad para conseguir manuscritos antiguos.
Los eclesiásticos monopolizaron la cultura y la enseñanza, convirtiendo ambas en armas de dominio ideológico.
Así los principales focos de la cultura visigoda se localizaron en torno a las sedes episcopales de Toledo, Sevilla y Zaragoza, o en las escuelas monacales…
San Isidoro de Sevilla, formado en la escuela que creara su hermano Leandro, alcanzó la dignidad arzobispal hispalense, y su obra fue de una enorme variedad: desde crónicas de los acontecimientos de la época, hasta escritos teológicos o epístolas de indudable calidad literaria…

Pero su principal aportación fueron las Etimologías, al salvar en ella el legado de la antigüedad, con un marcado carácter pedagógico y enciclopédico, de gran influencia a lo largo de toda la Edad Media.